domingo, 10 de octubre de 2010

El principio: la inteligencia.

El principio: la inteligencia.

Todo empezo hace 150.000 años. De procedencia desconocida, una especie hominida ocupaba el espacio diseminado de la superficie terrestre. Una extensa dimensión de proporciones colosales para estos bípedos de aspecto extraño, con poco pelo, pintados y decorados con atuendos tratados y extrañamente confeccionados. ¿Cuál fue la sensación que tuvieron los hominidos neardentales, cuando vieron a aquellos primeros pobladores? ¿Qué sucedió? ¿Se enfrentarían?¿Sentirían ternura de ellos por su tamaño y complexión? preguntas que intrigaron e intrigan a los paleontólogos; pero una cosa sí es cierta, convivieron con ellos 100.000 años. Durante ese periodo, la ciencia nos dice que coexistieron dos dimensiones de la humanidad: una avanzada en herramientas, otra en edad y mejor adaptada físicamente; una mejor distribuida y la otra recluida en la fortaleza de lo que convenimos en llamar el continente europeo. Pero al final una de las dos sobrevivió a la otra, solo una de las muchas especies de hominidos que cada vez la ciencia nos desvela que fueron más de las que creíamos. ¿Por qué?. La inteligencia. Una respuesta cargada de trampas y errores, errores que se quedaron guardados a fuego en nuestra memoria genética; y que han conducido a la humanidad por el camino de la ficción. Una ficción que quiere convertir a la humanidad en poderosa, en poseedora de aquello que no es suyo y jamas será suyo: la vida.
Los hombres que han muerto antes que nosostros vivieron sus vidas tal y como nosotros la vivimos ahora; con la esperanza de que sea eterna. Pero no lo es. Sus cuerpos se descomponían a medida que los detritivos se alimentaban de sus celulas y tejidos necrosos; pero algo permaneció inmortal: su legado. Un testigo fiel de su vida y de las anteriores que les precedieron, sus conocimientos, sus obras, su descendencia vital, y siempre la misma marca del error originario (la inteligencia).
«Mi primer pensamiento fue Dios, el segundo fue la razón y el tercero y último, el hombre». Feuerbach. 1841.

¿Qué es el cosmos? ¿Por qué ha ocurrido? ¿Cuál es su fin?. Estas grandes preguntas centraron la atención de la humanidad desde sus inicios. Las respuestas han sido múltiples: los dioses, la eternidad, la creación, la materia,....Pero no importa la respuesta; a lo largo de la historia hemos comprendido que la respuesta era la condición necesaria de su circunstancia. En cualquier parte del Mundo, cualquier hombre o mujer encontró una respuesta satisfactoria o no la encontró, pero guió sus acciones tanto en la certeza, como en la busuqeda incesante provocada por la incertidumbre. Tampoco nos importa el mensajero, ya fueran sacerdotes, filósofos, físicos, teólogos, científicos, etc. Hombres y mujeres que dedicaron su vida a mantener y consagrar el deber de buscar la verdad. Es esa necesidad la que creó la ficción. La ficción no es otra que pensar que el hombre está desligado de su raíz. Su naturaleza, su esencia y composición formada. Una forma de vida más en la Tierra. Sujeta a las mismas condiciones que las demás, por eso la gente muere, nace, se desarrolla y reproduce; porque son seres vivos. No importa el por qué, no importa desde cuándo, hasta dónde, importa el AHORA.
Nuestros pasos nos han traído hasta aquí. Ahora somos más rápidos en el transporte, la distancia no importa; en la comunicación, el emplazamiento no es obstáculo; en la producción de bienes necesarios sin reparar en el tiempo de elaboración; el resultado es evidente: los cambios se producen de manera más rápida. Pero hemos acelerado tanto en la evolución intelectual  que hemos perdido la perspectiva. La frase de Feuerbach, nos advertía de ello. Primero creamos la idea de nuestra existencia, después la vestíamos de razones y por último colocabamos al ser. Pero, nuestros pasos nos demuestran que el proceso es al revés, es decir, el ser posee la inteligencia, que le da razones para creer en la existencia. El hombre cree que la vida enla tierra no es posible sin él. Que el acontecimiento de hace 50.000 años fue el principio de su camino, un camino cuyo destino quiso ligar a la Tierra, pensó que su existencia es tan intensa que sólo él puede poner fin a este Mundo. Falsos dioses, disfrazados de criaturas. Este credulo bípedo, cree que lo que han sido largos años de existencia destructiva, le llevará a poner el punto y final a la vida en este Planeta. Que su huella es tan fuerte que solo puede borrarse con la destrucción de su superficie; pero no es cierto. La vida seguirá su curso con o sin él; nuestra verdadera história se inicia hace cuatro millones de años, pero se adscribe a más de cuatro mil millones de años de vida en la Tierra. Si tuvieramos que dibujar en un plano abstracto la vida en la tierra según el papel que ocupan en ello sus formas, nosotros seríamos un punto de proporciones infinitesimalmente pequeño, dentro de un círculo de proporciones infinitas indeterminadas.
Si de verdad queremos partir de un conocimiento lógico, que propocione las aptitudes necesarias para nuestra vida; debemos tomar por referencia un principio básico: debemos ser HUMILDES. Pero solo ante la certeza de saber que formamos parte de la vida de este Mundo, no la vida misma.

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