domingo, 17 de octubre de 2010

De qué estamos seguros

Estamos habituados a escuchar a todo el mundo de lo seguros que están de lo que dicen. Incluso cuando nos intentan convencer de aquello de lo que ni siquiera ellos mismos creen. También de los prejuicios y los falsos rumores que pesan sobre personas, grupos y fenómenos. Cuantas veces no oímos a personas que viajan en el transporte público, hablar de cuestiones de actualidad, emitiendo todo tipo de valoraciones que creen objetivas y de manera tajante. O fervientes discusiones entre amigos en un bar o cafetería sobre grandes temas: la religión, la política, la economía, el fútbol, etc. En esos momentos que nos brinda la dinámica de nuestra cotidiana rutina; nos paramos a escuchar y sin llegar a formar parte de la discusión, tomamos nota de lo que dicen, como si fueramos investigadores en un grupo de debate. Y en ese momento reaccionamos, casi de forma refleja, con un pensamiento que trata de corregir y matizar los argumentos expuestos en la tertulia; de forma que, emitimos una valoración sobre el mismo tema e intentamos posicionarnos por encima de las demás posturas pensando que nosotros estamos más cerca de la realidad objetiva. Pero estamos muy lejos de ella, pues las opiniones son eso, opiniones cargadas de una gran subjetividad, donde lo que queremos se confunde con lo que es y distorsionamos la realidad a nuestra conveniencia.
"Claro, porque esas personas están influenciadas por los medios de comunicación que crean una realidad distorsionada pero muy difundida,que................y además carecen normalmente de estudios o formación..........etc,etc,etc." Así, nos hablaría cualquier persona con "preparación académica", sobre estas opiniones, realizando el mismo acto reflejo. Y, aunque tengan parte de razón, ello no les excluye de esa praxis relativista y distorsionadora, que también realizan los tertulianos. Curiosamente, eso es algo que se puede encontrar en los discursos "cientificos" de los profesores de nuestra facultad.
En los años que he vivido en esta facultad universitaria me he dado cuenta de que nada es verdad. Todos los profesores llegados de las distintas disciplinas que "forman" la ciencia política han planteado argumentos a favor o en contra de lo que consideraban "certeza científica" en su materia. Todos los profesores economístas o pertenecientes a esta disciplina, nos han mostrado las tres grandes versiones: lo maravilloso que resulta el modelo Keynesiano, lo terriblemente fatídico y peligroso que es el liberalismo económico y por contra, las maravillas del capitalismo. Cada uno, adora a sus "dioses" : K.Marx, Keynes, Adam Smith, etc. y sus discipulos, una lista interminable de autores. En la ciencia política: Los griegos( Aristóteles, Platón, Pericles; Estoicos,etc) Los renacentistas( Maquiavelo, los escolásticos,etc) los racionalistas ( Hobbes, Locke,Rousseau, etc) y el marxismo; a continuación discipulos. En el Derecho: iusnaturalistas, Kelsen y C. Schmit; y discipulos. En sociología: M.Webber, M. Webber, M. Webber, Durckheim y Marx. Y discipulos. Y todo ello recogido en listas infinitas de bibliografías recomendadas para cada materia, libros y libros editados y reeditados sobre los mismos temas, una y otra vez. Pues bien, a pesar de la cantidad de hojas escritas ahora o hace cientos de años, siguen sin ser capaces de saber : cuándo comenzó la economía capitalista, cuál es el verdadero fin de la democracia o qué es, que consideramos un Estado de Derecho o qué aporta el Derecho a la sociedad. En sociología, es tan profunda la inexactitud que merecería un blog a parte.
Y todo son fundamentos y refundamentos de ideas cuyo objetivo es reproducir una y otra vez, una visión acomodada a nuestros prejuicios de la realidad. Con más o menos citas de autores o de teorías, pero opiniones en definitiva. "NO!, opiniones fundamentadas en estudios", todo estudio relacionado con las ciencias sociales parte de un error provocado originario, y tiene que ver con la respuesta a la pregunta ¿Para qué sirve esta investigación?, a partir de ahí es fácil deducir el resultado.

La cuestión es ¿Por qué?. Por nuestra consciencia, es decir nuestra parte consciente de nuestro cuerpo. Esa parte consciente es tán solo un 1% de nuestro sistema nervioso. Lo que llamamos "la mente", es decir, nada. Sin embargo, rige nuestras vidas y crea todo lo que nos rodea en nuestro mundo artificial. Pero, no es capaz de regir nuestro cuerpo, más al contrario a menudo es el cuerpo quien dirige a la mente; porque si tuvieramos que ser nostros ( la consciencia) quienes nos ocuparíamos de ello, no hubieramos sobrevivido, lo cuál sí han sabido hacer el resto de los animales. Si fuera por la consciencia, no seríamos capaces de gestar los fetos en el vientre materno. Pero, la consciencia humana ha creado la civilización, y con ella una forma facilmente automata de distorsionar la realidad. No estamos seguros de nada, llevamos 10.000 años de civilización cometiendo errores; no sabemos nada de la vida, la componemos sobre la reproducción de células que a su vez crean tejidos, dando forma a un organo que termina por convertirse en un organismo. Eso es lo que somos, un conglomerado de células; entre ellas las más importantes para nosotros, las neuronales. Qué es el individuo si no su consciencia y nada más. Nuestras vidas. El recorrido del sujeto a lo largo del tiempo, solo es la memoria. Las personas que recuerdan sus años, deberían descontar al menos cinco años; momento en el que se crea una memoria de lo cotidiano. Y no sabemos nada de la muerte. Luces blancas, personas queridas, paisajes, momentos memorables, etc; testimonios de personas que estaban a punto de morir. Sólo es la oxitocina, que se dispara en los momentos de "apagado del cerebro", el último momento de la consciencia, y que provoca esas visiones, además del repliege de los conos ópticos que genera la muerte provocando una absorción de luz tan grande, que ciega al individuo haciendo le ver la luz de forma muy intensa, la luz blanca.

Nada es seguro. La realidad se encuentra delante de nosotros, pero no nos damos cuenta, porque ya no tenemos ojos para verla,pero; todavía podemos verla, sólo es cuestión de olvidarse de todo lo que has aprendido y de todo lo que ta han dicho, y la verás.

  

domingo, 10 de octubre de 2010

El principio: la inteligencia.

El principio: la inteligencia.

Todo empezo hace 150.000 años. De procedencia desconocida, una especie hominida ocupaba el espacio diseminado de la superficie terrestre. Una extensa dimensión de proporciones colosales para estos bípedos de aspecto extraño, con poco pelo, pintados y decorados con atuendos tratados y extrañamente confeccionados. ¿Cuál fue la sensación que tuvieron los hominidos neardentales, cuando vieron a aquellos primeros pobladores? ¿Qué sucedió? ¿Se enfrentarían?¿Sentirían ternura de ellos por su tamaño y complexión? preguntas que intrigaron e intrigan a los paleontólogos; pero una cosa sí es cierta, convivieron con ellos 100.000 años. Durante ese periodo, la ciencia nos dice que coexistieron dos dimensiones de la humanidad: una avanzada en herramientas, otra en edad y mejor adaptada físicamente; una mejor distribuida y la otra recluida en la fortaleza de lo que convenimos en llamar el continente europeo. Pero al final una de las dos sobrevivió a la otra, solo una de las muchas especies de hominidos que cada vez la ciencia nos desvela que fueron más de las que creíamos. ¿Por qué?. La inteligencia. Una respuesta cargada de trampas y errores, errores que se quedaron guardados a fuego en nuestra memoria genética; y que han conducido a la humanidad por el camino de la ficción. Una ficción que quiere convertir a la humanidad en poderosa, en poseedora de aquello que no es suyo y jamas será suyo: la vida.
Los hombres que han muerto antes que nosostros vivieron sus vidas tal y como nosotros la vivimos ahora; con la esperanza de que sea eterna. Pero no lo es. Sus cuerpos se descomponían a medida que los detritivos se alimentaban de sus celulas y tejidos necrosos; pero algo permaneció inmortal: su legado. Un testigo fiel de su vida y de las anteriores que les precedieron, sus conocimientos, sus obras, su descendencia vital, y siempre la misma marca del error originario (la inteligencia).
«Mi primer pensamiento fue Dios, el segundo fue la razón y el tercero y último, el hombre». Feuerbach. 1841.

¿Qué es el cosmos? ¿Por qué ha ocurrido? ¿Cuál es su fin?. Estas grandes preguntas centraron la atención de la humanidad desde sus inicios. Las respuestas han sido múltiples: los dioses, la eternidad, la creación, la materia,....Pero no importa la respuesta; a lo largo de la historia hemos comprendido que la respuesta era la condición necesaria de su circunstancia. En cualquier parte del Mundo, cualquier hombre o mujer encontró una respuesta satisfactoria o no la encontró, pero guió sus acciones tanto en la certeza, como en la busuqeda incesante provocada por la incertidumbre. Tampoco nos importa el mensajero, ya fueran sacerdotes, filósofos, físicos, teólogos, científicos, etc. Hombres y mujeres que dedicaron su vida a mantener y consagrar el deber de buscar la verdad. Es esa necesidad la que creó la ficción. La ficción no es otra que pensar que el hombre está desligado de su raíz. Su naturaleza, su esencia y composición formada. Una forma de vida más en la Tierra. Sujeta a las mismas condiciones que las demás, por eso la gente muere, nace, se desarrolla y reproduce; porque son seres vivos. No importa el por qué, no importa desde cuándo, hasta dónde, importa el AHORA.
Nuestros pasos nos han traído hasta aquí. Ahora somos más rápidos en el transporte, la distancia no importa; en la comunicación, el emplazamiento no es obstáculo; en la producción de bienes necesarios sin reparar en el tiempo de elaboración; el resultado es evidente: los cambios se producen de manera más rápida. Pero hemos acelerado tanto en la evolución intelectual  que hemos perdido la perspectiva. La frase de Feuerbach, nos advertía de ello. Primero creamos la idea de nuestra existencia, después la vestíamos de razones y por último colocabamos al ser. Pero, nuestros pasos nos demuestran que el proceso es al revés, es decir, el ser posee la inteligencia, que le da razones para creer en la existencia. El hombre cree que la vida enla tierra no es posible sin él. Que el acontecimiento de hace 50.000 años fue el principio de su camino, un camino cuyo destino quiso ligar a la Tierra, pensó que su existencia es tan intensa que sólo él puede poner fin a este Mundo. Falsos dioses, disfrazados de criaturas. Este credulo bípedo, cree que lo que han sido largos años de existencia destructiva, le llevará a poner el punto y final a la vida en este Planeta. Que su huella es tan fuerte que solo puede borrarse con la destrucción de su superficie; pero no es cierto. La vida seguirá su curso con o sin él; nuestra verdadera história se inicia hace cuatro millones de años, pero se adscribe a más de cuatro mil millones de años de vida en la Tierra. Si tuvieramos que dibujar en un plano abstracto la vida en la tierra según el papel que ocupan en ello sus formas, nosotros seríamos un punto de proporciones infinitesimalmente pequeño, dentro de un círculo de proporciones infinitas indeterminadas.
Si de verdad queremos partir de un conocimiento lógico, que propocione las aptitudes necesarias para nuestra vida; debemos tomar por referencia un principio básico: debemos ser HUMILDES. Pero solo ante la certeza de saber que formamos parte de la vida de este Mundo, no la vida misma.